Migajas

Salió rápidamente a la plaza que había delante del centro comercial. Apenas tenía quince minutos, aprovechaba su pausa para comer y así poder utilizar el viaje hasta la facultad para estudiar. Aunque ello implicaba no tener tiempo libre, se decía a sí mismo que el esfuerzo valía la pena, que en breve dejaría de cargar cajas para estar todo el día en una mesa tranquílamente. Se sentó en un banco y empezó a comerse su bocadillo. Delante suyo dos gorriones iban de un lado a otro de la plaza dando pequeños saltitos. La vida de los gorriones era idílica, levantarse, comer y ser libre para volar a dónde uno quisiera.
Uno de ellos tenía una mancha sobre su frente que le daba un aspecto como más divertido y vivaracho, el otro era un gorrión corriente, marrón y gris como todos. El gorrión de la mancha en la frente dio un pequeño salto y se posó delante del joven. Quieto, sin moverse de su sitio, el animal movía su cabecita de un lado a otro como si estuviese observando al joven.
- Qué bicho tan lindo, solo te falta hablar. - dijo el joven. Y el pajarito le respondió con un breve pero divertido trino. – Te llamaré Manchita y a tu amigo Grisito. - Y le lanzó una trozo de bocadillo.
Manchita cogió el pedazo de pan, que era casi tan grande como él mismo, y se aparto un poco del joven para comer. Grisito que los había estado mirando, se acercó al lugar donde había caído el trozo de pan que le había lanzado a Manchita y picoteó el suelo en busca de migajas.
- Oh, tu también tienes hambre, pero ya casi no me queda emparedado. – dijo el joven, y le lanzó un pedacito de pan, apenas más grande que una migaja.
Grisito inclinó su cabecita hacia su mendruguito de pan y luego miró a Manchita que estaba unos metros más allá. Pese a llevar algunos minutos picoteando su trozo de pan aun le quedaba más de la mitad. Grisito volvió a mirar su pedacito de pan y luego miró de nuevo a Manchita.
De improviso Grisito se alzó batiendo sus alitas y se posó al lado de Manchita. El joven, que los observaba curioso, pensó que Grisito iba a arrebatarle el trozo de pan. En un santiamén Grisitó dio un rápido picatozo y uno de los ojos de Manchita estalló en mil gotitas de color púrpura. Manchita trinaba de dolor un gorgorito agudo y estridente. Otro picotazo igual de fugaz y el otro ojo de Manchita también estalló. Manchita aun sangrante batió torpemente sus alitas y se dio de bruces contra el banco donde se encontraba el joven.
Finalmente Grisito cogió el pedazo de pan de Manchita y se fue a comérselo debajo de la copa de un árbol. Grisito se disponía a comer su nuevo pedazo de pan cuando una enorme piedra madura cayó encima suyo y lo aplastó de por vida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Eres un chungo!
Pan ha dicho que…
http://www.youtube.com/watch?v=3WdHwkhgmAU
Unknown ha dicho que…
La injusticia es así. Gran metáfora.

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