DUNA

Juan se ha comprado una bicicleta.
En la tienda le explica al vendedor que quiere una bicicleta básica pero de buena calidad. Juan no quiere una bicicleta de descenso, ni una de motocross, en su vida ha saltado por una rampa y jamás ha sido capaz de mantenerse con las dos ruedas en el aire. Simplemente quiere algo sencillo pero de calidad. Como la fabada de su abuela, lo contrario que los muebles de Ikea.

El vendedor le empieza enseñando modelos de doble suspensión, frenos de disco, con cuadros realizados en una aleación de nombre impronunciable. Le habla de la Cannondale Trail SL, de la Trek Cobia, de la Merida TFS 500-Do o de la nueva Orbea Zenit.

Finalmente Juan se decide por una Orbea Bereber, con cuadro de aluminio hidroconformado, cambio un cambio SRAM X.5 de nueve velocidades y el resto de componentes del fabricante. En este punto el vendedor señala que aunque ello abarate costes, al mínimo problema no dude en cambiárselos por unos de mejor calidad. El vendedor también le pregunta sobre el terreno en que la va a utilizar. Juan le habla de paseo de arena que bordea toda la costa y de la pequeña sierra que discurre a pocos kilómetros de su casa. El vendedor le explica la importancia de lubricar bien la cadena y componentes de la bici con un lubricante a base de teflón para protegerlo de la arena y las pequeñas partículas que puedan dañarla. Después de varias horas Juan vuelve a casa con su nueva Orbea Berber además de varias bolsas cargadas en las que lleva un candado de seguridad, guantes, casco, lubricante de teflón, bombas de inflado y un grueso catálogo de componentes de las principales marcas del sector.

Llega el día en que Juan saca por primera vez la bicicleta a la calle. Es una mañana agradable y un sol de primavera calienta el asfalto. Antes que nada, Juan revisa la presión de los neumáticos. Con ayuda de una canulilla especial extiende con cuidado el lubricante a lo largo de toda la cadena y cambios. Comprueba el manillar, revisa el equipaje de seguridad y sale en busca del paseo de arena.

Juan avanza, cambia las marchas. Empieza con las más blandas pero rápidamente sube el plato y aumenta la velocidad. Pedalea con más fuerza. Nota como las gomas se agarran al suelo. Esquiva furtivamente a otras personas que caminan por el paseo al mismo tiempo que busca baches para ver como recula la suspensión delantera al hundirse en ellos, es entonces cuando la ve. Viene de frente, en sentido contrario. Ella lo reconoce de lejos y lo saluda con la mano derecha mientras sujeta el manillar con la izquierda.

Ambos se detienen uno a la lado del otro en direcciones opuestas. Hablan del sol, de la noche anterior y del recorrido que cada uno piensa hacer. Juan le explica que su bicicleta es nueva, le habla del cuadro hidroconformado, de la regulación de la horquilla delantera, de la importancia de lubricar bien la cadena…
- ¿Y qué nombre le vas a poner a tu bicicleta nueva? - le interrumpe ella.

Juan duda unos momentos, no sabe qué responder. Intercambian unas cuantas palabras  más y se despiden. Juan empieza a pedalear de nuevo. Entrecierra un poco los ojos a causa del sol. Mantiene la marcha, ya no esquiva a nadie. Sólo avanza en línea recta mientras piensa en todos los nombres que conoce.




*La imagen la tomé yo mismo mientras iba en bici... no tranquilos, no me maté.

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