Ruido de fondo
En
los bajos del número 82 de la calle República Argentina, el
recepcionista pregunta en voz baja los nombres a las personas que van
entrando y los tacha en la lista elaborada pre
viamente por la productora. Diez hombres y diez mujeres esperan de pie en una sala tras pasar la mesa de recepción.
viamente por la productora. Diez hombres y diez mujeres esperan de pie en una sala tras pasar la mesa de recepción.
La
habitación es rectangular. Tiene tres sillones muy anchos como de
salita de espera de dentista sólo que aquí no hay revistas del corazón
apiladas a los lados. Una chica con camisa blanca y aires de estar
haciendo algo muy importante, la coordinadora, entra cada 15 minutos.
Comprueba entre susurros que los candidatos tengan a mano el DNI, su
"número", y las dos hojas grapadas con sus textos. Los primeros en
llegar se han sentado en los amplios sillones y miran con
condescendencia a los que están de pie, mientras todos murmuran y toman
notas a lápiz sobre las hojas que sostienen.
A
un lado hay una puerta muy gruesa que lleva a un pasillo. El pasillo
tiene unos tres metros de largo con una puerta a un lado y finalmente la
puerta más gruesa que se haya visto nunca, como de nevera, forrada de
chapa metálica, con una palanca de hierro en vez de pomo. Es un estudio
de grabación. Las paredes están forradas de placas de fibra que absorben
cualquier eco. Dentro, se encuentra el técnico de sonido. Está sentado
frente a un gran panel con multitud de botones, diales y varios
monitores. Pese a lo aparatoso de la mesa, lo que más utiliza es un
teclado de ordenador cuyas teclas son todas de diferentes colores como
si fueran una tabla periódica de elementos químicos.
En
medio de la sala el director de doblaje no se quita los auriculares y
mira atentamente uno de los monitores del fondo. Una puerta de cristal
doble da acceso a la sala de grabación donde dos hombres y dos mujeres
alrededor de un micrófono graban sucesivas tomas de una misma
conversación frente a un atril. Es una conversación que tras grabarse
varias veces y editarla se convertirá en ruido de fondo para una escena
que sucede en un bar de una película estadounidense.
Graban
varias veces la misma conversación con diferentes combinaciones de
voces. Luego el técnico de sonido las superpondrá con diez segundos de
diferencia aplicando efectos hasta dar la sensación de que el bar está
muy lleno. De vez en cuando entra un chico desde la sala de al lado.
Abre la “puerta de nevera” y le entrega dos folios al director. Es el
guionista de las escenas de ruido de fondo. El director lee los folios,
asiente y acto seguido la coordinadora reparte fotocopias de las nuevas
líneas de diálogo.
El
guionista de las escenas de ruido de fondo empezó escribiendo dramas
cortos para revistas universitarias de teatro. Cuando acabó sus estudios
de guión en una reconocida escuela de la capital estuvo
varios años escribiendo obras de teatro que luego se representaban en
teatros alternativos, salas menores, centros cívicos, casas okupas y
bares de luz tenue con escenario al fondo. También participó en guiones
para cortos dramáticos, cortos de animación, de cine fantástico, de cine
gore hecho con bandejas de carne caducada que los supermercados tiraban
y por supuesto, también escribió el guión de vídeos de 20 segundos que
subían a youtube con la esperanza de despertarse al día siguiente con un
millón de visitas. Por recomendación de un antiguo profesor se pasó al
guión de doblajes. Una productora le daba un guión traducido en bruto de
una película estadounidense y el tenía que pulirlo, corregirlo y
ajustarlo para facilitar la incorporación de la nuevas voces. Con la
crisis económica acabó colaborando con un pequeño estudio de grabación
especializado en el ruido de fondo para películas de hollywood. Los
grandes estudios de doblaje les enviaban las pistas de fondo vacías de
las películas en las que ellos estaban trabajando. Generalmente era
ruido para escenas de bares, restaurantes, canchas deportivas,
invasiones en países de sudamérica y oriente medio, manifestaciones, y
colas en las cajas de los supermercados. También había escenas del ruido
de las conversaciones de fondo en un centro comercial mientras la
pareja protagonista sube las escaleras mecánicas y la cámara les seguía
haciendo un travelling.
El
guionista de las escenas de ruido de fondo sigue escribiendo como hacía
antaño. Escribe como le gustaba. Escenas de diálogos rápidos, donde los
personajes se interrumpen y hacen comentarios irónicos mientras que sus
silencios les delatan y llenan los finales de sus frases con gestos que
el espectador apenas percibe. La diferencia es que ahora cuando tiene
la historia entera la corta. La fragmenta, la desordena en pequeñas
secuencias de quince frases que imprime en dos folios que el director de
doblaje aprueba y luego leen veinte actores de doblaje distintos cuyas
voces solaparán y modularan posteriormente Pero no le importa, su obra
está ahí. Escondida.
Basta
editar el ruido de fondo de la escena del bar en que la actriz rubia no
para de reir. Amplificarlo, modularlo con varios filtros antiruido y
reordenarlo cronológicamente con un pequeño flashback al inicio para
escuchar los diálogos de su gran obra. La historia sobre el fin del
mundo en la que un magnate de la soja chino, interpretado por los
actores número "2", "7", "9" y "10", que está a punto de iniciar la
cuarta guerra mundial, toma el té con una octogenaria, interpretada por
las actrices número "13", "14","15" y "16", y hablan sobre la dificultad
de resolver los sudokus de nivel avanzado.
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