La dignidad de la vecina del cuarto

Sostiene apenas un gran caja de cartón plana y alargada. Durante un par de segundos la coge sólo con el brazo izquierdo. Mientras el repiqueteo de las llaves y abre la puerta del portal del edificio. Otro repiqueteo y de nuevo coge el paquete con las dos manos. Ahora aguanta la puerta con la punta del pie derecho. Golpea la puerta con la espalda sin dejar el paquete y entra en el vestíbulo. Lo lleva hasta la puerta del ascensor y allí lo deja apoyado contra el suelo. Para que la cabina no se cerrase en el anterior viaje dejó una caja de la que asoman algunos libros. Dentro del ascensor hay un par de cajas con más objetos, una lámpara de pie y otra caja de cartón alargada como la que acaba de cargar. Levanta de nuevo el último paquete e intenta introducirlo en la cabina del ascensor. No puede a la primera.
Entonces aparecen las dos. Son madre e hija. Él sonríe levemente y suelta una carcajada nerviosa y blanda, como disculpándose por tener el ascensor ocupado. La mujer no dice nada. Tiene un gesto rígido. Levanta ligeramente el mentón mientras que le mira sin mirarle. No sonríe. Tampoco habla. Su hija, de unos diez años, alterna sucesivamente entre la pose de su madre y otra de niña de diez años ensimismada.
Vuelve a intentar meter el último paquete. Madre e hija se quedan de pie a unos metros del ascensor sin hacer nada. Tampoco toman las escaleras.
Vuelve a probar de meter el último paquete dentro del ascensor. Esta vez lo inclina por arriba y luego lo empuja dentro, como si  metiera una canasta al revés. Lo consigue. Por último la caja con los libros. Madre e hija siguen sin moverse.
Arriba en la tercera planta se sucede el mismo proceso pero a la inversa. Primero la caja con los libros para que la puerta del ascensor no se cierre. Luego sale corriendo hacia la puerta de su piso.  Un repiqueteo y abre la puerta de su apartamento. Con mucho cuidado saca la caja de cartón alargada. Madre e hija no han pasado por la escalera. Luego saca la lámpara de pie y sin soltarla arrastra con la mano que le queda libre la caja con libros dentro del piso. La puerta del ascensor se cierra y desciende. Oye como se abre en el vestíbulo. Al cabo de unos instantes lo oye subir de nuevo pasando de largo.

Comentarios

Lt. Jespator ha dicho que…
Y?!?!... no hay un final?!?! No hay reflexion postrera? No hay algun muerto?.. Vaya..

Por cierto...YESCAS?!?! Sera de coña no? Que opina tu madre de esto? xD

SALUT!
Pan ha dicho que…
Querido Dav, quiero decir Jespator, el cuento tiene final y reflexión postrera. Muerto no, en éste no lo hay. Pero si vienes a menudo verás que soy muy amigo de las elipsis, de las cosas que ocurren fuera del texto, y de no dar las cosas masticadas. En cualquier caso te pongo el enlace a un cuento que sí tiene muerto:
http://panconpan-pan.blogspot.com/2008/11/otra-leyenda-urbana.html

Mi madre esta encantada con ésto, es lo bueno del pan que a todo el mundo le gusta.

Coman Pan
pero mastíquenlo ustedes

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